martes, 5 de febrero de 2008

DR. HISTORIA: GUERRAS MÉDICAS


DR. HISTORIA


Guerras Médicas; operación de castigo, antecedentes de Maratón

Expansión del imperio persa al año 500 aC.

Guerras Médicas es el nombre con que se conoce el enfrentamiento entre el Imperio Aqueménida y algunas de las poleis helenas durante el siglo V aC. El adjetivo «médicas» se debe a que los helenos usaban el término «medo» como sinónimos, a pesar de que Media (Oriente Medio) era una región contigua a Persia sometida a su imperio.

Durante siglos, las ciudades helenas del litoral de Asia Menor tuvieron pocas dificultades con los estados del este. Los poderes de Babilonia y de Asiría nunca llegaron tan lejos hacia el oeste. Sin embargo, en la primera mitad del siglo VII aC un rey lidio, Giges, atacó a las ciudades helenas tratando de extender su reino interior hacia el mar.

En 546 aC. el rey Creso de Lidia (el ultimo monarca lidio en gobernar Jonia) fue derrotado por el Gran Rey Ciro, pasando desde entonces su reino y las ciudades helenas a formar parte del Imperio Persa.

Darío I, sucesor de Ciro, gobernó como habían hecho sus antecesores, siguiendo la estrategia de dividir y vencer: apoyó el desarrollo comercial de los tirios, rivales tradicionales de los helenos. Además, los jonios sufrieron la conquista de Naucratis, en Egipto, la conquista de Bizancio, llave del Mar Negro, y la caída de Sibaris, uno de sus mayores mercados de tejidos y un punto de apoyo vital para el comercio.

Esto derivó en un resentimiento contra el opresor aqueménida. El ambicioso tirano de Mileto, Aristágoras, aprovechó este sentimiento para movilizar a las ciudades jónicas contra el Imperio Aqueménida, en el año 499 aC. pidió ayuda a las metrópolis de la Hélade, pero sólo Atenas, que envió 20 barcos y Eretria (en la isla de Eubea), con cinco naves, acudieron en su ayuda; no recibió ayuda de Esparta. El ejército heleno se dirigió a Sardes, capital de la satrapía aqueménida de Lidia, y la redujo a cenizas, mientras que la flota recuperaba Bizancio. Darío I, por su parte, envió un ejército que destruyó al ejército heleno en Éfeso y hundió la flota helena en la batalla naval de Lade.

Tras sofocar la rebelión, los aqueménidas reconquistaron una tras otra las ciudades jonias y, después de un largo asedio, arrasaron Mileto. Murió en combate la mayor parte de la población, y los supervivientes fueron esclavizados y deportados a Mesopotamia.

Darío I se decidió a castigar a aquellos que habían auxiliado a los rebeldes. Según la leyenda, preguntó: «¿Quién es esa gente que se llama atenienses?», y al conocer la respuesta, exclamó: «¡Oh Ormuz, dame ocasión de vengarme de los atenienses!». Después, cada vez que se sentaba a la mesa, uno de sus servidores debía decirle tres veces al oído «¡Señor, acordaos de los atenienses!». Es por esto que encargó la dirección de la represalia a su sobrino Artafernes y a un noble llamado Datis.

Mientras tanto, en Atenas algunos hombres ya veían los signos del inminente peligro. El primero de ellos fue Temístocles, elegido arconte en 493 aC. Temístocles creía que la Hélade no tendría salvación en caso de un ataque persa, si Atenas no desarrollaba antes una poderosa marina.

De esta forma, fortificó el puerto de El Pireo, convirtiéndolo en una poderosa base naval, más pronto surgiría un rival político que impediría el resto de sus reformas. Se trataba de Milcíades, miembro de una gran familia ateniense huida de las costas del Asia Menor. Se oponía a Temístocles porque consideraba que los helenos debían defenderse primero por tierra, esperanzado en la supremacía de las largas lanzas helenas contra los arqueros aqueménidas. Los atenienses decidieron poner en sus manos la situación, enfrentando así la invasión aqueménida.

La flota aqueménida se hizo a la mar en el verano de 490 aC, dirigidos por Artafernes, conquistando las islas Cícladas y posteriormente Eubea, como represalia a su intervención en la revuelta jonia. Posteriormente, el ejército aqueménida, comandado por Datis, desembarcó en la costa oriental del Ática, en la llanura de Maratón, lugar recomendado por Hipias (anterior tirano de Atenas) para ofrecer batalla, por considerarla el mejor lugar para que actuara su caballería.

Milcíades, avisado del desembarco, exhortó a los atenienses a hacerles frente. Enviaron al corredor Filípides a Esparta para solicitar ayuda, recorriendo 220 kilómetros en un día a caballo, toda una hazaña. Los espartanos prometieron enviar ayuda, pero argumentaron que, por razones religiosas (supuestamente se encontraban en el noveno día del mes lunar), no podrían hacerlo sino hasta tres días después, en plenilunio. Otras razones, de índole política, pueden haber influido en la decisión de no colaborar con los atenienses. Milcíades no podía esperar tanto tiempo, y reclutando a todos los hombres que pudo en cuestión de horas, se lanzó al ataque contra los súbditos del Gran Rey.

Y aquí comienza una de las batallas míticas de la historia;
Aproximadamente en el 490 a.C se produce una de las Batallas más mitificadas de la antigüedad, conocida como Batalla de Maratón, que supone ser el último episodio de la mal llamada I Guerra Médica.

En este episodio nos encontramos con dos fuerzas militares enfrentadas, los mal llamados persas (aqueménidas) y los griegos, (atenienses y poleis aliadas). Estos últimos se presentaran como los garantes de una Grecia que aún no existe.
Para abordar este tema, intentaremos aproximarnos a los patrones mentales que rigen en la Antigüedad, dejando a un lado los anacronismos que pueden dar a la historia una visión mítica, parcial y tal vez errónea.

Aunque generalmente se habla de las guerras médicas con referencia a los dos intentos aquemédidas de invasión de la Hélade, hay que señalar que el conflicto fue más prolongado y las tensiones no cesaron hasta la conquista de los aqueménidads por parte de Alejandro Magno en el 330 a.C.

Una vez hecho este planteamiento, diremos que Maratón se enmarca dentro en un contexto complejo de enfrentamiento bélico, en el cual la fuerza aqueménida no solo considera este episodio como una expedición de castigo a Atenas en señal de venganza por su participación en la rebelión jónica, si no en algo que va más allá, su expansión. En esta ardua labor, los ejércitos aqueménidas lograran el control de Egeo, atacaran diversas poleis y centros poblacionales derrotándolos brutalmente. De fuentes clásicas como Heródoto recogemos: la flota enviada por Darío consistió en 600 trirremes y contaban con un ejército de infantería bien equipado, aproximadamente, 100.000 infantes y 10.000 jinetes.

Pese a que las cifras puedan estar distorsionadas, no se puede eludir la superioridad numérica aqueménida sobre el contingente ateniense.

Dentro de este conflicto es importante señalar, los problemas internos de la política ateniense del momento. Reseñamos así la figura de Hipias como estandarte de las facciones pro-aqueménidas de la ciudad de Atenas y quien prestó colaboración directa con Datis, el enviado del Gran Rey Darío I.

Fue así, que por indicación de Hipias se procedió al desembarco de los aqueménidas en Maratón, dejando al grueso de la flota (600 trirremes) en la
Bahía de Cinorusa.

El líder militar, Milciades, optó por la salida de la ciudad de sus hombres, para encontrarse así con los atacantes en la costa donde no son esperados. Milciades, alardeó del factor sorpresa, y tomó la iniciativa. Por otro lado, envió a Filipides a Lacedemonia para que solicitase ayuda a estos.

Los lacedemonios prometieron enviar refuerzos, pero 6 días más tarde, es decir, después del plenilunio. Ante esto, Milciades, que no podía esperar más, se lanzó al combate contra el ejército aqueménida. Sus tropas se mantuvieron en una colina cercana a la llanura a la espera que el adversario tomara la iniciativa, ya que contaban con una clara inferioridad numérica. Es así, que los aqueménidas al desembarcar, quizá por la sorpresa, no tomaron la iniciativa pese a su gran superioridad.

Los flancos atenienses estaban dirigidos por Calímaco y por un general platense. En el centro Milciades colocó a Temísticles y Arítides. Es así como se acercaron al contingente aqueménida, quien respondió con una tormenta de flechas, que los atenienses pudieron eludir al precipitarse contra su adversario, consiguiendo así forzar la disposición en cerradas formaciones del ejercito aqueménida y evitando así que éstos usasen su caballería. Esta acción fue determinante, pues no había color entre la efectividad de la lanza hoplita para un combate cuerpo a cuerpo y los puñales y espadas aqueménidas poco válidos para enfrentarse a los atenienses protegidos con sus rígidas corazas.

No obstante, es significativa la resistencia que ofrecieron los aqueménidas que consiguieron romper en un momento dado el cerco ateniense. El resultado fue la reagrupación de los flancos atenienses que forzaron la fuga de sus adversarios hacia el lugar de desembarco donde tuvo lugar la última parte del combate.
Los atenienses capturaron 7 barcos, con la intención de cortar la retirada de sus adversarios que fueron masacrados. El cómputo de bajas ascendía del lado aqueménida a unos 6.000 hombres, mientras que del lado del vencedor a unos 192.

La retirada aqueménida, no supuso una tregua definitiva entre ambos, pues pronto estallaría una nueva guerra.

La leyenda cuenta que Filípides, fue enviado desde Maratón a Atenas para anunciar la victoria ateniense. A su llegada a la ciudad tras anunciar: "Alegraos atenienses, hemos vencido" cayó y yació allí mismo, abatido por el cansancio y el esfuerzo.

En Atenas, siendo conocedores del resultado de la batalla, pero conscientes del peligro que se avecinaba, la polis decide disfrazarse de soldado aparentando así una defensa sólida y numerosa frente a Datis. Es por ello, que Datis, el cual se disponía a desembarcar de nuevo cesó en su intento al observar las inesperadas y numerosas defensas de Atenas.

Maratón supuso ser la primera gran derrota de los aqueménidas frente a los atenienses y sus aliados, donde no participaron los lacedemonios pues enviaron refuerzos cuando ya había finalizado, lo que supondrá el inicio de rivalidades mutuas.






No hay comentarios: