1. PRESENTACIÓN Y DESCRIPCIÓN.
Entre los elementos más relevantes de
Una de las más bellas y famosas falcatas que han llegado hasta nosotros es este ejemplar procedente de Almedinilla (Córdoba). Se trata de una espada de hierro de
Esta falcata fue hallada por Luis Maraver y Alfaro en 1867 durante las excavaciones de la necrópolis ibérica de Los Collados (Almedinilla), junto al poblado del Cerro de
2. ORÍGENES DE
Como ha señalado el profesor Fernando Quesada Sanz, principal estudioso del armamento ibérico y de la falcata en particular, fue probablemente del mundo itálico desde donde llegó a los íberos, quienes la modificaron sustancialmente (redujeron su curvatura, la acortaron y la dotaron de su característico doble filo). Por lo tanto, la falcata ibérica no es una mera copia o imitación de la machaira, sino un arma nueva, que se inspiró en aquella.
Las primeras falcatas halladas en
Los antiguos hispanos no la denominaban 'falcata', ya que se trata de un término erudito del siglo XIX, utilizado para designar un tipo característico de arma ibérica prerromana con forma vagamente similar a la de una hoz (falx).
3. FABRICACIÓN, ESTRUCTURA Y DECORACIÓN DE
Graci
Como ocurre con otros tipos de espadas, la hoja de la falcata presenta unas profundas acanaladuras que aligeran su peso, sin disminuir sus cualidades de resistencia y flexibilidad. Además, estas acanaladuras otorgaban a la espada un evidente efecto estético.
Las falcatas, como otras piezas muy especiales, se decoraban con damasquinado o ataujía. La decoración podía obtenerse rellenando con hilos de plata las incisiones que previamente se habían hecho en la superficie, martilleando y puliendo después el conjunto.
También se podían incrustar plaquetas de metal en las superficies rebajadas o talladas, fijándolas mediante el martilleado de los tabiques que atrapaban la incrustación.
El tipo y disposición de los motivos decorativos en las falcatas es bastante homogéneo. Esto, junto con la concentración de las armas decoradas en el Sureste y
4.
La falcata es un arma pesada, capaz de asestar mortíferos golpes tanto tajantes como punzantes, apropiada para la infantería. Se solía guardar en una vaina de cuero, reforzada con un armazón de hierro, que colgaba del tahalí. Esta correa pasaba por el hombro derecho y, por medio de unas anillas, sujetaba la vaina de modo que pendiera en el costado izquierdo en posición casi horizontal. Así se facilitaba el movimiento del guerrero y la extracción del arma. En la vaina podía también guardarse un cuchillo de hoja curva, que se utilizaría como una especie de navaja multiusos.
Ahora bien, hay que tener en cuenta que, como ocurre en otras culturas antiguas del Mediterráneo, la lanza, y no la espada, era el arma ofensiva principal del combate. Por lo tanto, la falcata sería utilizada en el campo de batalla como recurso último cuando la lanza se rompía o se perdía, lo cual no significa que no fuera un arma muy eficaz y práctica en el combate.
Además de ser un arma verdaderamente compleja y funcional, la falcata, como bien ha señalado Fernando Quesada, estaba dotada de un destacado valor simbólico, que puede derivar de su propia morfología (la curvatura de su hoja y la empuñadura zoomorfa), de su decoración y de su relación con el ámbito del sacrificio funerario, heredado de los cuchillos afalcatados de la primera Edad del Hierro.
Por consiguiente, la decoración de las falcatas y de otras armas ibéricas responde no sólo a razones estéticas sino también simbólicas. Y es que a lo largo de
El complejo programa decorativo con damasquinados en plata, que llega a abarcar toda la superficie de la falcata, estaba formado por variados motivos de raigambre mediterránea. La selección de estos motivos, algunos de ellos zoomorfos (lobos, jabalís, aves, animales fantásticos) e incluso antropomorfos, indica que la decoración no cumplía una función meramente estética, sino que también tenía un contenido simbólico, posiblemente con una triple función: heráldica, protectora y funeraria, como se verá en el apartado siguiente. Así, el ave damasquinada que aparece junto a la punta de la falcata de Almedinilla, no es sólo un motivo de valor ornamental, sino un elemento de carácter apotropaico, heráldico o quizá el atributo o símbolo de una divinidad.
Cuchillo afalcatado de Celada Marlantes (Cantabria), junto a cuchillos de uso doméstico.
5. EL SIGNIFICADO DE
La falcata es la pieza más representativa de los ajuares funerarios con armas, lo cual puede deberse a su especial significado, que reflejaría no tanto el carácter del guerrero ibérico, sino el estatus social de la persona enterrada. Esto podría explicar la presencia de falcatas (y de otras armas) en la tumba de
Por otro lado, es bastante frecuente que las falcatas halladas en los ajuares de las tumbas aparezcan quemadas, dobladas y con el filo mellado intencionadamente a golpes. Este ritual de destrucción, aplicado también a otras armas, puede simbolizar la especial vinculación del guerrero con su armamento y, quizá, una concepción funeraria de inversión ritual que exigía que el difunto incinerado en la pira necesitara objetos igualmente destruidos para poder utilizarlos en el Más Allá.
Finalmente, las falcatas, aunque aparecen casi siempre en los cementerios, podían ser dedicadas a las divinidades, como ocurre con la falcata votiva hallada en el santuario ibérico de El Cigarralejo (Mula, Murcia), lo cual refuerza el significado simbólico y ritual de esta espada.
Se reconstruye la ceremonia en la que un guerrero solicita la bendición para su falcata.
Imagen de Angus Mcbride
6. LAS FALCATAS EN LAS IMÁGENES DE LOS ÍBEROS.
Un rasgo llamativo de
La falcata es un arma que aparece frecuentemente representada en varios soportes, hasta tal punto que parece adquirir un carácter emblemático. Se encuentra ya representada en manos de los guerreros del conjunto escultórico de Porcuna (Jaén), datado en el siglo V a. C., y seguirá apareciendo hasta finales del siglo I a. C., en los denarios romanos acuñados por Publio Carisio para conmemorar sus victorias.
Entre las manifestaciones escultóricas en las que aparece la falcata hay que señalar el fragmento de un torso de un guerrero procedente de
De cronología posterior, en época ya tardía e incluso romana, son las pocas esculturas con falcata que se conocen en el Bajo Guadalquivir, en un área donde estas espadas son bastante escasas. Así, en el sillar de esquina de un posible monumento funerario hallado en Osuna (Sevilla) y fechado en el siglo II a. C. (Sala 20) aparece, en relieve, un guerrero armado con un gran escudo oval o scutum y una falcata con empuñadura en forma de cabeza de caballo. Es posible que se trate de la representación de una escena de combate real o quizá de un certamen gladiatorio en honor de un difunto de alto rango.
La falcata aparece además frecuentemente en los exvotos ibéricos de bronce, que representan a guerreros, hallados en varios santuarios ibéricos, como el Collado de los Jardines (Jaén) o
Dibujo de puñal de doble globlular
Soldado de Aníbal
La sociedad ibérica estuvo fuertemente jerarquizada. El poder era detentado por una aristocracia de corte guerrero, que controlaba la producción de bienes y el comercio. Entre las actividades que caracterizaban a estos grupos dirigentes se incluían la caza, los banquetes en los que se consumía vino y se narraban las hazañas, la celebración de funerales solemnes en los que se honraba a los difuntos con juegos o combates de carácter ritual, y la guerra. Esto explica, en gran medida, la presencia de figuras humanas armadas o de escenas de combate en los relieves, esculturas y pinturas ibéricas, y las numerosas armas depositadas en los ajuares funerarios. Ahora bien, esto no significa necesariamente que la sociedad ibérica fuera especialmente belicosa o violenta. Para los íberos la posesión de las armas fue sobre todo un signo de poder y de estatus social.
La introducción por los fenicios de la metalurgia del hierro durante los siglos VIII y VII a. C., seguida de su aplicación en la fabricación de armas, originó la aparición de verdaderas panoplias o equipos de armas ofensivas de hierro durante el siglo VI. Estas panoplias no fueron en absoluto estáticas ya que lógicamente variaron con el tiempo a tenor de las transformaciones sociales y del modo de combatir. De este modo, los guerreros que detentaban el poder en la primera época de
Después, desde el siglo IV a. C. y hasta las Guerras Púnicas, se impone un armamento más generalizado, extendido a un mayor número de guerreros, fruto tal vez de la imposición de una estructura social menos jerarquizada que se materializa en las tumbas, más numerosas y menos monumentales que en los siglos VI y V a. C., y en una masiva presencia de armas en los ajuares funerarios. Esta panoplia más generalizada estaba formada por la falcata, el soliferreum o lanza de astil y punta de hierro, y un escudo circular de madera con un umbo central de hierro. El armamento defensivo (corazas, cascos, grebas) fue sustituido probablemente por piezas de cuero u otros materiales orgánicos, menos costosas que las armas de la panoplia aristocrática.
Desde el punto de vista social, es probable que estos guerreros formaran una especie de "clientelas" militares, individuos que recibirían de su señor o del dirigente protección e incluso tierras a cambio de apoyo militar, todo ello garantizado por firmes lazos de dependencia social.
A partir de finales del siglo III a. C., cuando Iberia se convierte en campo de batalla entre romanos y cartagineses, y hasta la absorción de
Osuna, Sevilla.
Relieve más famoso del guerrero íbero
VISITAS RECOMENDADAS:
Entre varios museos en los que hay falcatas podemos destacar los siguientes:
MUSEO ARQUEOLÓGICO PROVINCIAL DE ALICANTE (MARQ)
Plza. Gómez Ulla s/n, Alicante
www.marq-museo-arqueologico-com
MUSEO ARQUEOLÓGICO DE CÓRDOBA
Plaza de Jerónimo Páez, 7.
Córdoba
MUSEO MONOGRÁFICO DE ARTE IBÉRICO DE EL CIGARRALEJO
C/ del Marqués, 1
Mula, Murcia
www.mulavirtual.net/fotos/Cigarralejo/Cigarralejo.htm
BIBLIOGRAFÍA:
Aranegui, C. y De Hoz, J. (1992): "Una falcata decorada con inscripción ibérica. Juegos gladiatorios y venationes", en Homenaje a Enrique Pla Ballester, Trabajos Varios del SIP 89, 319-344.
Cuadrado Díaz, E. (1989): La panoplia ibérica de "El Cigarralejo" (Mula, Murcia). Documentos. Serie Arqueología. Murcia.
Nieto, G. y Escalera, A. (1970): "Estudio y tratamiento de una falcata de Almedinilla", Informes y trabajos del Instituto de Restauración y Conservación, 10.
Quesada Sanz, F. (1990a): "En torno al origen y procedencia de la falcata ibérica". Archivo Español de Arqueología, 63, 63-95.
Quesada Sanz, F. (1990b): "Falcatas ibéricas con damasquinados en plata". Homenaje a D. Emeterio Cuadrado, Verdolay, 2, 45-59.
Quesada Sanz, F. (1992a): Arma y símbolo: la falcata ibérica. Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, Alicante.
Quesada Sanz, F. (1992b): "Notas sobre el armamento ibérico de Almedinilla", Anales de Arqueología Cordobesa, 3, 113-136.
Quesada Sanz, F. (1995): "Las armas en la sociedad ibérica: diez preguntas fundamentales". El mundo ibérico: una nueva imagen en los albores del año 2000. Catálogo de
Quesada Sanz, F. (1997a): "Algo más que un tipo de espada: la falcata ibérica". Catálogo de
Quesada Sanz, F. (1997b): El armamento ibérico. Estudio tipológico, geográfico, funcional, social y simbólico de las armas en
Quesada Sanz, F. (1998): "Armas para los muertos". Los íberos, príncipes de Occidente Catálogo de
Quesada Sanz, F. (1999): "La falcata ibérica",
www.ffil.uam.es/equus/warmas/default.htm
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