martes, 5 de febrero de 2008

EL ORÁCULO DE DELFOS

El Oráculo de Delfos

Yo, la Pitia de Delfos soy la mujer elegida para escuchar las preguntas de los consultantes. Para mi elección sólo se me ha exigido que mi vida y costumbres sean irreprochables. Me he comprometido a vivir para siempre en este santuario y a dar las respuestas que mis sacerdotes recogen y escriben en forma de verso, entregándolas después a los consultantes.

En este relato os contaré que mi nombre procede de Pito, el cual fue tomado de la serpiente Pitón (Πυθων) que vivía en una cueva de estos parajes y a la que el dios Apolo, dio muerte para apoderarse de su sabiduría y ser él quien presidiera el oráculo.

Pertenecemos a una región llamada La Fócida situada en el centro de la Hélade y es atravesada por el gran macizo del monte Parnaso. Anteriormente, conocido como Pyto (υθω) y ahora llamado Delfos.

Desde que llegó Apolo, el dios de la música, mis predicciones eran en prosa, para que tuvieran más calidad rítmica y melódica. Apolo -hijo de Zeus y de Leto, dios de las artes y de la adivinación- llegó a Delfos conducido por un delfín y se convirtió en un apuesto mancebo cuyo nombre pasó a ser Apolo Delfinios. Una vez en Delfos, mató a Pitón, la serpiente, para vengar a Leto, su madre, que había sido, a su vez, asesinada por la serpiente Pitón. Guardó sus cenizas en un sarcófago y fundó en su honor los juegos fúnebres que se llamados Juegos Pitios.
Con Apolo, Delfos, pasó a ser el auténtico ombligo del mundo.. Mis administradores son una asamblea bienal del Colegio Anfictiónico, integrado por representantes de las doce provincias del Ática Profetas, adivinos y los habitantes de la ciudad, todos, conducen sus vidas según mis predicciones. Nadie del Ática ni del Asia Menor por muy poderoso que fuera osa emprender acción alguna sin antes haberme consultado. Así que, la fe mis oráculos es total, incluso cuando me equivoco se atribuye a una mala interpretación de lo dicho y no al oráculo en sí mismo.

En un principio se me consultaba una vez al año. Posteriormente las consultas pasaron a ser todos los meses, exactamente el día 7 de cada mes, a excepción de los tres meses de invierno, tiempo en el que Apolo abandona el santuario cediendo el culto a Dionisos.

Los primeros días de cada mes, permanezco encerrada en una cueva cercana al Santuario y sólo salgo de ella al alba del día séptimo, día de la ceremonia. Ese día, me dirijo a la Fuente Castalia y, tras purificarme con agua de la montaña Parnaso, me someto a fumigaciones de hojas de laurel, planta sagrada que mastico también en el momento de proferir los oráculos. Pero antes de iniciar la ceremonia es preciso saber si el dios al que veneran esta o no dispuesto a atender a los consultantes. Antes de esto, dichos consultantes tienen que hacer sacrificios cruentos, el precio es la muerte de una cabra, pero sólo si este animal se estremece con fuertes convulsiones en el momento de ser sacrificado entiendo que el dios accede a hablar por mi boca.

Si Apolo accede a recibir a los consultantes éstos debían beber también del agua de la Fuente de Castalia e iniciar después el recorrido de la Vía Sacra, camino del Santuario de Apolo.

Aquel consultante que halle adecuada respuesta a cada una de las “siete sabidurías” y estas son:
- Conócete a ti mismo, referido al dios Apolo.
- Todo fluye, referido a Artemisa.
- Aprovecha el tiempo, relacionado con Hermes.
- Todo es vanidad, con Afrodita.
- Rompe al acción con pausas, con Aries.
- Nada con exceso, con Zeus.
- Nadie puede escapar a la fuerza del destino, en relación con Cronos

Puede ahorrarse la consulta ya que la respuesta adecuada está en su corazón y en su mente. Pero lamentablemente no son muchas las personas que encuentran la respuesta adecuada y generalmente se retiran antes de llegar al adyton, (sala de espera contigua a la de las predicciones). El consultante, finalmente, deja el adyton para avanzar hasta el centro de todos los centros sagrados, hasta el lugar donde me encuentro rodeada de mis sacerdotes, sentada sobre un trípode de madera de laurel, cuyas patas simbolizan el pasado, el presente y el futuro y cuyo significado hermético es sumamente profundo: “Sin aceptar el pasado, sin conocer el presente, ningún futuro puede construirse”. Desde lo alto del trípode, sobre la fisura telúrica de la que surge el vapor psicodélico, mastico las hojas de laurel, y convulsa y con voz entrecortada, profiero los presagios.




Mis profecías tienen un papel fundamental en toda la Hélade. La consulta es imprescindible para comenzar una empresa comercial, fundar una colonia o iniciar una guerra. Lógicamente, la información recibida por los sacerdotes de parte de los consultantes hace que éstos tengan un gran poder, pues a menudo guardan en su mano la toma de decisiones de gran importancia. Un claro ejemplo de deshonestidad fue cuando mis sacerdotes, propugnaron la rendición ante los aqueménidas, pues estaba presagiando desastres y derrotas; sin embargo, los atenienses, partidarios de resistir, hicieron rectificar mi decisión a los sacerdotes. Fue así que emprendieron la guerra y para mi sorpresa resultaron vencedores.

Es así que mis predicciones también tienen sentido político, es el caso que os relato a continuación; pues yo misma aconsejé a Milcíades que esperara y no emprendiera la Batalla contra los súbditos del Gran rey Darío.



Amenazados los atenienses por el desembarco en el Ática, con ellos iba Hippías, el que había sido tirano de Atenas. Desesperados mandaron a Filipides a pedir ayuda a Lacedemonia, quien recorrió 240 kilómetros en dos días y-como bien cuenta Herodoto- les habló así: "Sabed, Lacedemonios, que los Atenienses os piden que los socorráis, no permitiendo que su ciudad, la, más antigua entre las de la Hélade, sea por unos hombres bárbaros reducida á la esclavitud; tanto más, cuando Eretria ha sido tomada al presente y la Hélade cuenta ya de menos una de sus primeras ciudades".


Los Lacedemonios querían de veras enviar socorro a los de Atenas, pero les era imposible si no querían faltar a sus leyes; pues siendo aquel el día nono del mes, dijeron no poder salir á la empresa, por no estar todavía en el plenilunio, y con esto dilataron su salida.


Mientras tanto Datis, toma la isla de Delos, nuestro principal centro cultural. Una vez allí realizó un espléndido sacrificio para su dios supremo Ahuramazda. ¿Cómo osa Datis a ofender a Apolo de esta manera?

Más tarde, Datis, ocupó Eubea y su capital Eretria, masacrando y deportando a todos sus habitantes a Elam. La cólera de Apolo se sintió de manera que cuando apenas Datis había levantada el ancla en Eretria, en Delos tembló la tierra.
Para la batalla los atenienses tenían una falange que debía hacer frente a aqueménidas armados con arco y espadas, la caballería quedaba detrás. Al comenzar la batalla había entre ambos bandos una distancia de ocho kilómetros, los atenienses corrieron a toda prisa hasta llegar donde estaban los aqueménidas, estos no tuvieron tiempo de servirse de sus flechas, y debieron combatir con espadas. La batalla fue larga, y en el centro los aqueménidas lograron hacer retroceder a los atenienses, mas en los extremos los atenienses lograron derrotar a los súbditos del Gran Rey, luego las alas se cerraron sobre los aqueménidas del centro y fueron empujados hasta el mar, donde muchos murieron ahogados. Los atenienses incluso intentaron perseguirlos por mar, pero solo capturaron siete naves. Milcíades después de derrotar al enemigo regresó rápidamente a Atenas donde dejó a sus tropas, los aqueménidas tuvieron la intención de sorprender a la ciudad indefensa pero viendo su intento frustrado se marcharon.

Como ya vaticiné, pasado el plenilunio los lacedemonios se dirigieron a Atenas con un pequeño ejército de 2.000 efectivos, en tres días recorrieron 240 kilómetros y al llegar a Atenas, vieron los despojos del enemigo y felicitaron a los atenienses, a Milcíades se le erigieron dos estatuas.

“Tesoro de Atenas o de los atenienses”, ofrecido, por éstos, a raíz de esta contienda es el más importante. Consiste en un pórtico para conmemorar el triunfo sobre los aqueménidas en el cabo de Micala, además de una palmera con dátiles de oro tras la victoria que obtuvo el jefe militar Cimón, hijo de Milcíades contra los aqueménidas en la desembocadura del río Eurimedonte. En el tesoro se ve la epigrafía que se refiere a la “Pitaida”, que es una procesión que los atenienses envían a Delfos para conmemorar un hecho ocurrido en un lugar del monte Parnaso. En dicho lugar, cayó un rayo como señal divina.

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